El acercamiento entre EEUU y Cuba y sus implicaciones para América Latina

15 de enero de 2015
Fuente: Publicado por EconomiaHoy.mx, México
Ciudad de México, 15 de enero de 2015.- Con la caída del último 'muro' de la Guerra Fría se abre un nuevo periodo de oportunidades, no exento de incertidumbre, para la isla caribeña, que, presumiblemente, se abrirá al libre mercado y se transformará en una democracia integrada en el mercado internacional. Pero este hito histórico también tendrá importantes repercusiones en toda la región latinoamericana.

Con este acercamiento entre Cuba y EEUU, sin relación desde 1961, se reproduce el concepto de transformación elaborado por Francis Fukuyama, quien supuso que todas las sociedades evolucionaran forzosamente hacia la democracia y el mercado, llegando de esta manera al Fin de la Historia.

Según detalla la consultora Llorente y Cuenca, hay un contexto previo y una voluntad por ambas partes que justifican por sí mismos los cambios ocurridos. En el caso de Estados Unidos la aspiración de Barack Obama de consolidar un liderazgo basado en la multilateralidad y en la cooperación, y no la imposición unilateral y la fuerza, parece trascendental, ya que la excepcionalidad cubana cuestionaba permanentemente dicha forma de liderazgo.

Cambios en Cuba

Por lo que respecta a Cuba, el propio proceso de cambios y las necesidades económico-financieras que genera ha favorecido una predisposición a la aproximación a la potencia norteamericana, impensable no hace mucho tiempo.

El primer elemento que hay que señalar es el proceso de transición iniciado en la isla desde que Raúl sustituyó a su hermano, Fidel Castro. Desde ese mismo momento, en 2008, los cambios introducidos en la isla han sido de carácter económico, orientados a liberalizar la economía de manera progresiva. Unos cambios que, apuntan desde la consultora, pueden significar una marcha hacia el "perfeccionamiento del sistema socialista" y no su transformación hacia una economía de mercado.

Por su parte, los observadores críticos con el régimen cubano coinciden en señalar la lentitud de las reformas. Algunos incluso consideran que además son meramente cosméticas y, en cualquier caso, todos afirman en que su naturaleza es de naturaleza económica. Lo cierto es que no hay reformas de carácter político, donde se mantiene el inmovilismo y el mantenimiento del esencialismo dictatorial que ha marcado el régimen desde su origen.

En La Habana es evidente la ebullición y el bullicio de la iniciativa privada, que se han extendido con especial rapidez cuando entran en vigor las primeras reformas de Raúl Castro. La iniciativa privada es una de las grandes novedades de la nueva política y por tímidas o lentas que sean hacen imposible una marcha atrás.

El papel de América Latina

Desde diciembre de 2008 todos los países de América Latina han persistido de manera explícita e implícita en acabar con el fin del aislamiento de Cuba. Un hecho extraordinario teniendo en cuenta que en la región, la regla ha sido más la división que la actuación coordinada.

Muy posiblemente la labor de liderazgo llevada a cabo por Brasil tenga mucho que ver con el éxito de esta acción concertada. Desde 2008, Brasil propuso a la región integrar a Cuba no sólo en los nuevos organismos propiamente latinoamericanos, donde no tiene presencia Estados Unidos, sino en la Organización de Estados Americanos (OEA), integrada por los países de la región y Estados Unidos y Canadá. Cuba fue expulsada de esta organización, en 1962, por su adscripción al comunismo.

Frente a la política norteamericana, Brasil, aspirante eterno a ser líder regional, inició una nueva política de "compromiso constructivo" hacia Cuba, en 2003. Mediante dicho compromiso asumía la cooperación como el instrumento más eficaz para favorecer cambios en Cuba. Este ha sido el planteamiento mediante el cual ha logrado implicar a todos los gobiernos de la región, ya fueran de derecha o de izquierda, para que todos apoyaran el fin de aislamiento ejercido no sólo por Estados Unidos, sino el que también ejerció la propia región latinoamericana durante muchos años. Una fecha fundamental para que dicho compromiso pase a ser una acción regional concertada es diciembre de 2008.

En esta fecha la diplomacia brasileña, en un auténtico alarde de organización y capacidad de convocatoria, reunió a toda la región para la celebración, en el lapso de 48 horas, en el balneario de Costa Sauípe, de una cumbre del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), otra de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), la última del Grupo de Río, y la I Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC). Todos los organismos citados eran sudamericanos o latinoamericanos. La CALC fue un nuevo foro en el que por primera vez se reunían todos los países de la región, incluyendo Cuba, sin Estados Unidos, Canadá, España o la Unión Europea.

Como no podía ser menos, además Cuba es miembro, en lugar preferente, de la Alternativa Bolivariana para Nuestros Pueblos de América (ALBA), creada en 2004, y liderada por Hugo Chávez, para quien Fidel Castro fue su máximo inspirador en la realización de su propio proyecto político. Ciertamente sin la presión persistente de Hugo Chávez para reintegrar a Cuba en la región, quizás Brasil no lo hubiera asumido como estandarte de su liderazgo. Afirmación que no deja de ser una suposición, pero no hubiera sido la única propuesta de H. Chávez que I. Lula Da Silva habría incorporado a sus proyectos regionales, después de haber sido moderada.

También ha adquirido protagonismo el país en la OEA, sin ser miembro. En 2009, el organismo levantó la histórica suspensión que había mantenido a Cuba alejada del organismo hemisférico. La Habana sin embargo dejó claro de inmediato su desinterés en reintegrarse en una organización que considera superada por otras instituciones regionales como la CELAC o el ALBA. Transcurrido el tiempo y prueba de los cambios habidos en el régimen cubano, desde entonces, tras anunciar la normalización de las relaciones con Estados Unidos, Raúl Castro ha aceptado la invitación realizada por el Presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, a asistir a la VII Cumbre de la Américas, convocada por la OEA, en abril de 2015.

Tal y como los hechos confirman, no puede entenderse la normalización de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos sin la presión ejercida por América Latina de manera concertada. Sin duda no es el único factor pero es imprescindible, ya que mediante su actuación, Estados Unidos ha llegado a contemplar el riesgo de verse aislada en la región y en cierto modo en el resto del mundo.