Discurso del Embajador Roberto Guarnieri durante el Acto de Presentación Oficial como Secretario Permanente del SELA

23 de enero al 27 de febrero de 2013

Acto de Presentación Oficial del Embajador Roberto Guarnieri como Secretario Permanente del SELA.

 

Excelentísimo Señor Jorge Giordani, Ministro del Poder Popular de Planificación y Finanzas de la República Bolivariana de Venezuela;

 

Honorable Señora Licenciada Verónica Guerrero, Viceministra para América Latina y el Caribe de la República Bolivariana de Venezuela;

 

Excelentísimo Señor Embajador Erick Molina Sandoval, Primer Vicepresidente del Consejo Latinoamericano;

 

Excelentísimo Señor Embajador, José Antonio Marcondes de Carvalho, Segundo Vicepresidente del Consejo Latinoamericano;

 

Excelentísimos Señores Embajadores y Encargados de Negocios de los Países Miembros del SELA;

 

Excelentísimos Señores Embajadores del Cuerpo Diplomático y Representantes de Organismos Internacionales acreditados ante la República Bolivariana de Venezuela;

 

Estimados funcionarios y compañeros del SELA;

 

Señoras, Señores;

 

Agradezco sinceramente la presencia de todos.

 

A los embajadores y altos funcionarios de embajadas de nuestros países miembros, con una sentida manifestación de agradecimiento por el apoyo recibido para mi elección.

 

A los embajadores y representantes de otros países y de organismos internacionales, con especial aprecio por su manifestación de solidaridad hacia el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe.

 

Hay sin duda un campo amplio en el proceso de globalización en curso, para extender relaciones de cooperación y apoyo entre nosotros.

 

El SELA, su Secretaría Permanente, tiene una visión abierta y amplia para considerar posibilidades y esquemas de cooperación e intercambio en beneficio de nuestras respectivas membresías y colectividades.

 

Dirigir la Secretaría Permanente del SELA, considerando el enorme potencial de una América Latina y Caribeña eficientemente integrada, en las presentes circunstancias de una economía mundial en proceso de profundos cambios en su sistema de gobernanza multilateral y en los propios centros tradicionales de poder económico, es un reto extraordinario y un gran privilegio.

 

Todavía más para mí, si me permiten la referencia personal, pues me concede la singular oportunidad de retomar, en tiempos de especial significación, la tarea interrumpida antes de lo previsto, hace unos años.

 

Me propongo para ello organizar y dirigir los recursos ordinarios de la Secretaría Permanente y aquellos fondos especiales que eventualmente pudieran constituirse, para ejecutar con elevados criterios de desempeño y cumplimiento, los programas y actividades pautadas y aquellas que pudieran revelarse como de particular importancia para nuestra membresía, a la luz de la evolución del proceso de la integración económica regional y de los cambios en la institucionalidad multilateral y en la economía mundial.

 

Todo ello naturalmente bajo la guía del Consejo Latinoamericano y en concordancia con sus directrices y orientaciones.

 

Asumo funciones en momentos de particular trascendencia para nuestra región y en el ámbito global.

 

En los últimos años, las economías de América Latina y el Caribe han registrado un crecimiento importante y un progreso igualmente relevante en materia de integración y de cooperación económica y financiera.

 

Se ha fortalecido la prioridad de la integración como instrumento esencial para el desarrollo económico y el progreso social de la región y con ello la apreciación general de nuestra propia capacidad colectiva para crecer de manera sostenida y cada vez menos sujeta y dependiente del ciclo económico internacional.

 

Para mí, ambos procesos, la integración y el crecimiento económico autosostenidos, son indisolubles y se refuerzan mutuamente.

 

Creo que la consolidación de la América Latina y el Caribe como un componente clave, de poder e influencia en la economía global y en el sistema mundial de la gobernanza en las áreas económica y financiera, depende estrechamente de la integración de nuestros países.

 

Es extraordinariamente propicio y alentador que en esta coyuntura, se haya constituido la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

 

La CELAC, que representa el reconocimiento y la expresión política más acabada de la fortaleza de nuestra región y de su elevado potencial para constituirse en factor determinante e interlocutor paritario en las grandes decisiones para restablecer el orden económico mundial, tiene 33 países miembros.

 

El Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe ha sido el organismo institucional de más amplia cobertura y diversidad en nuestra región, cuenta actualmente con 28 miembros.

 

Quiero hacer presente mi propósito, como Secretario Permanente del SELA, de invitar a los ilustrados gobiernos de los cinco países restantes –Antigua y Barbuda, Mancomunidad de Dominica, Federación de San Cristóbal y Nieves, Santa Lucia y San Vicente y Las Granadinas- a considerar su incorporación plena como miembros de nuestra institución.

 

Mientras tanto, me propongo solicitar al Consejo Latinoamericano, el órgano máximo de decisión del SELA, su autorización para convocarlos, como observadores especiales, a todos los eventos y reuniones de nuestro organismo.

 

En las presentes circunstancias, el objetivo fundamental de esta Secretaría Permanente debe ser el de prestar un apoyo efectivo y oportuno para acelerar el proceso de integración y de consulta y cooperación económica y financiera en toda nuestra región.

 

De una integración que tenga un resultado apreciable en términos de crecimiento económico, pero no sólo eso.

 

También para la equidad distributiva y la reinserción de grupos de población y de sectores afectados por la apertura de mercados, a la eficiencia y a la productividad y por ende a la generación de valor y de ingresos.

 

De una integración que conjuntamente con los avances en las dimensiones estrictamente cuantitativas del comercio y de los movimientos de capitales, tome en cuenta, debidamente, los valores de carácter cualitativo, de la justicia social y de la calidad de vida de nuestras poblaciones.

 

Una integración económica de estas características no puede fundamentarse principalmente en un modelo externo cuyas deficiencias a esos respectos se han demostrado abrumadoras en los últimos años.

 

Tampoco puede descansar solamente en los programas de liberalización comercial, esperando que las fuerzas del mercado produzcan los resultados deseados.

 

Ello difícilmente ocurrirá, no por lo menos en un tiempo políticamente aceptable incrementándose la frustración general y la resistencia a ulteriores progresos de una integración estrictamente comercial.

 

Debe construirse deliberadamente, mediante aportes sustantivos de mecanismos y modalidades de intercambio y cooperación diseñados para nuestra realidad, objetivos y valores.

 

Que incorporen las especificidades de nuestra estructura económica y social y otorguen las debidas prioridades a objetivos sociales fundamentales, más allá de lo estrictamente económico.

 

A este respecto, me es grato anunciar que la Secretaría ha diseñado y está por comenzar un estudio integral, riguroso y sistemático, de evaluación de los distintos esquemas y mecanismos de integración en toda nuestra región para fundamentar propuestas concretas a fin de incorporar más eficientemente tales objetivos y prioridades.

 

No va a ser un mero ejercicio descriptivo y general. Se trata de un proyecto integral de largo alcance y propósito que mira a contribuir de manera sustantiva al desarrollo de un esquema latinoamericano y caribeño de integración que, partiendo del perfeccionamiento de los mecanismos subregionales, establezca ciertos denominadores comunes que en una etapa ulterior puedan facilitar su convergencia.

 

Es un proyecto ambicioso que tomará tiempo, pero confío razonablemente en que sus resultados concretos que iremos informando a medida de su desarrollo, revelarán de manera suficiente su importancia y justificación.

 

En última instancia, por supuesto, serán las propias autoridades quienes harán la evaluación respectiva. La Secretaria asume la responsabilidad correspondiente considerando que el momento actual lo requiere, en la seguridad de que los resultados de progreso serán considerados relevantes y de utilidad tanto conceptual como operativa.

 

Es importante tener presente que en América Latina y el Caribe coexisten dos modalidades de cooperación y de integración, en sentido amplio, ambas significativamente efectivas y plenamente operativas.

 

Por una parte, los sistemas tradicionales, dirigidos principalmente a la liberación y ampliación del comercio interno y a la constitución progresiva de un mercado común como MERCOSUR, CARICOM y la CAN.

 

Por otra, aquellos, como la ALBA y PETROCARIBE (que tiene su génesis en el Acuerdo Presidencial de Puerto Ordaz del año 1974 entre Venezuela y las naciones centroamericanas, luego ampliado con la inclusión de México) en los cuales prevalecen la planificación y administración nacional y colectiva de la cooperación económica y de los flujos de bienes y servicios, financieros y de capitales.

 

Ambos sistemas han cumplido un rol de alta significación para todos los países participantes, incorporando, junto con criterios de precios y mercados, relevantes sin duda para la eficiencia y la productividad económica general, consideraciones de justicia social internacional y una visión estratégica de largo plazo para la integración económica.

 

Creo que cada uno tiene un papel relevante que cumplir en la realidad latinoamericana y caribeña, considerando, en particular, las marcadas asimetrías en el grado de desarrollo, en el potencial productivo y en la escala económica de muchos de nuestros países.

 

Nos parece importante, en reconocimiento de su plena vigencia y complementariedad considerar la integración sistemática de ambos en un eventual modelo único, propio, latinoamericano y caribeño, de integración económica.

 

Es un tema de evidente interés colectivo que seguramente la CELAC considerará en sus deliberaciones futuras.

 

Por ello, en el contexto de los objetivos fundamentales del SELA y las funciones de la Secretaria Permanente, nos proponemos evaluar con rigor conceptual esta materia para presentar al Consejo Latinoamericano las conclusiones y recomendaciones correspondientes.

 

Considero que las actividades de la Secretaría Permanente pueden y deben realizarse con nivel de excelencia.

 

No me refiero solamente a la calidad y rigurosidad del análisis, sino a la oportunidad y pertinencia de las eventuales recomendaciones.

 

Los aportes analíticos de la Secretaría deben en última instancia pasar la prueba de su utilidad neta para los países miembros, independientemente de su dimensión geográfica o económica, de su grado de desarrollo y de su estructura económica y social.

 

Deben ser significativos para complementar la fundamentación de las políticas públicas nacionales y colectivas en el marco de los acuerdos vigentes de integración y para el apoyo en negociaciones con terceros en el área de nuestra responsabilidad y competencia.

 

Instrumentales para fortalecer los mecanismos propios, subregionales y regionales, de financiamiento y apoyo a los procesos de ajuste ante debilidades estructurales y desequilibrios temporales, especialmente en el contexto de los procesos de integración en curso, de la propia globalización y como consecuencia de perturbaciones económicas externas.

 

Finalmente, deben constituir un aporte relevante para contribuir al establecimiento de mecanismos propios que sirvan para compensar las insuficiencias o sesgos de los organismos internacionales, fortaleciendo nuestra autonomía y soberanía económica regional. Por ejemplo, en el área monetaria y financiera.

 

Ésa es, queridos amigos, mi visión de lo que corresponde hacer a la Secretaría Permanente del SELA en el futuro inmediato y con ese propósito y plenamente conciente de la responsabilidad que me incumbe tengo el honor de asumir el compromiso de dirigirla para el periodo 2013-2017.

 

Caracas, Venezuela, 22 de enero de 2013.