Más de cien años desde los primeros adelantos en plásticos, éstos se han hecho ubicuos en nuestras vidas: Bolígrafos de plástico y tijeras con mangos de plástico vienen empacados en plástico, los llevamos a casa en bolsas de plástico, y allí los colocamos junto a una computadora y un teléfono cuyas coberturas de plástico protegen una tabla de circuitos también de plástico. En gran parte de nuestro planeta hoy en día, es difícil mirar en cualquier dirección sin hallar algo hecho de plástico. Este material es extremadamente útil. También es, desafortunadamente, un gran peligro para nuestra salud, nuestro sustento económico, nuestro sistema alimentario y nuestro ambiente natural—y un peligro cada vez mayor, al acumularse un siglo de basura en nuestros vertederos, nuestros mares y nuestras calles. Una nueva investigación realizada por la UNCTAD nos ha ayudado a entender la escala del problema: Más de 336 millones de toneladas de plástico fueron comerciadas globalmente tan sólo en 2018, representando alrededor de 1 billón de dólares, un importante 5% del comercio mundial. Un problema clave es que el 75 % del plástico producido en la historia se ha convertido en basura. Además, a menos que esto sea detenido, se espera que la producción de plástico de cuadruplique en los próximos treinta años, principalmente debido al crecimiento de la industria en África, el Medio Oriente, y la Asia en vías de desarrollo.
Esto problemas afectan a las zonas costeras de manera particular, debido a su dependencia en sectores como el turismo y la pesca—sectores especialmente afectados cuando botellas de plástico puntúan playas hermosas, cuando bolsas plásticas y redes de pesca ahogan valiosos peces y reducen la biodiversidad marina, y cuando microplásticos introducen toxinas al sistema alimenticio marino (e incluso al terrestre). Los países isleños y costeros son especialmente vulnerables a estos peligros, entre otras razones, debido a su espacio limitado para disponer de la basura. Ahora bien, hay una oportunidad de que los países de la región, al reducir su dependencia en los plásticos y desarrollar las nacientes industrias de alternativas a los plásticos, puedan proteger a los países de estos peligros medioambientales a los que son especialmente vulnerables, proteger sus principales fuentes de sustento económico, y simultáneamente crear empleos y desarrollo económico.
Ya existen algunas alternativas que podrían ser buenas oportunidades para el desarrollo sostenible de los países de Latinoamérica y el Caribe. Éstas incluyen el vidrio, las cerámicas, las fibras naturales (coco, palma), la pulpa (papel, cartón), e incluso ciertos desechos orgánicos como el bagazo y las cáscaras de maíz. Además, nuevas alternativas están constantemente en desarrollo que podrían ofrecer a la región la oportunidad de entrar a la producción de materiales completamente nuevos basados en las anteriores materias primas.
Puede que estas alternativas no se desarrollen a menos que el liderazgo político sea ejercido con este fin. Para que se desarrollen con éxito industrias de alternativas a los plásticos (sean materias primas o productos terminados), serían beneficiales políticas de comercio coherentes, circularidad industrial, políticas efectivas para el manejo de desechos, e incentivos que promuevan la producción de sustitutos sostenibles. La coordinación de la empresa privada, la sociedad civil y de todos los niveles de gobierno, además de la coordinación global, es necesaria si las naciones de la región esperan unirse al mercado de alternativas a los plásticos.
Conscientes de los peligros que enfrentan y las oportunidades disponibles, algunos países de la región ya han implementado medidas que contribuyen a la transición de sus economías hacia las alternativas a los plásticos. Por ejemplo: Barbados prohibió ciertos objetos de plástico de un solo uso incluyendo contenedores, pajitas y cubiertos, así como ciertos tipos de bolsas de plástico; Belice emitió regulaciones respecto a las bolsas de plástico, pajitas y contenedores de poliestireno expandido; Guyana prohibió la importación y uso de objetos de poliestireno expandido. Medidas de este tipo ayudan a crear condiciones donde el desarrollo de alternativas se hace necesario, de ese modo propulsando actividad económica hacia la búsqueda y desarrollo de sustitutos. Aquellos países que escojan este camino podrían descubrir que al unirse tempranamente a el movimiento global hacia una economía circular hallarán una oportunidad para su prosperidad y buen vivir.