Chile y Colombia buscan reducir la "esclavitud" de eternas jornadas laborales

20 de marzo de 2023
Fuente: EFE

Varios países de América, especialmente Chile y Colombia, se están planteando reformar por ley la extensión de la jornada laboral, que en algunos lugares como México alcanza extenuantes nueve o diez horas diarias.

En especial en las grandes capitales, que concentran la mayor parte de la población, donde a las ocho o nueve horas laborales se suman una o dos para comer, y normalmente dos más para desplazarse al lugar de trabajo y volver a casa.

Si a ello se añade la necesidad de dormir al menos seis horas, como recomiendan los expertos de la salud, el resultado es que para los trabajadores americanos apenas quedan seis horas para ayudar a los hijos en las tareas, compartir con sus parejas, ir al supermercado, cocinar, ir al cine o cualquier otra actividad personal o de ocio.

Significativo y representativo es el caso de México, uno de los países del mundo donde más horas se trabajan al año, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

De acuerdo con sus datos, los mexicanos trabajan 2.124 horas al año, por encima de Costa Rica (1.913), Rusia (1.874) y Japón (1.598).

Número similar en Colombia, Brasil, Perú y Argentina, donde al igual que México la jornada laboral es de 48 horas semanales y suele darse un solo día de descanso, habitualmente el domingo.

Los bajos salarios, la inflación y la crisis económica generalizada hacen que muchos deban compatibilizar dos ocupaciones y muchos más caigan en el mercado negro, donde los expertos coinciden en que “Latinoamérica se ha convertido en la nueva China”.

Mientras que la tendencia a racionalizar los horarios y reducir las horas laborales se extiende en Europa, la reacción en los países de América es diversa: solo Chile y EE.UU. parecen trabajar de forma decidida en esta misma dirección.

La semana pasada, la Comisión de Hacienda del Senado chileno aprobó un proyecto pionero en la región que busca reducir la jornada laboral semanal a 40 horas, iniciativa que presentó el Partido Comunista 2017 y que será votada por el pleno esta semana.

El proyecto, que cuenta con gran respaldo ciudadano y el apoyo de los gremios empresariales tras un largo proceso de diálogo, es gradual: contempla una rebaja inicial de 45 a 44 horas laborales a la semana durante el primer año de vigencia de la ley.

La segunda reducción, considerada a partir del tercer año, será hasta 42 horas, en tanto el objetivo de las 40 horas se logrará al quinto año de vigencia.

En Estados Unidos, el ejemplo más prometedor de los esfuerzos por alcanzar una semana laboral reducida se encuentra en el estado de Maryland.

Allí, dos legisladores demócratas introdujeron el pasado enero un proyecto de ley para ofrecer incentivos fiscales a las empresas que aprueben e implementen una semana laboral de 32 horas sin reducción de paga.

“Creo que vamos a ver más y más ejemplos, sobre todo en los estados más progresistas como California, Nueva York o Illinois, especialmente si se aprueba la propuesta de Maryland en los próximos meses”, aseguró a EFE Christopher Kayes, director del Departamento de Gestión de la Escuela de Negocios de la Universidad George Washington, en Washington DC.

Para Kayes, todos los indicadores sobre la semana laboral de cuatro días apuntan a una mejora de la productividad, pero también de la calidad de vida de los trabajadores.

Aún así, el experto reconoce que será difícil que se adopte alguna legislación a nivel nacional, ya que las leyes federales sobre la semana laboral no han sufrido cambios desde la década de 1930, cuando se aprobó el límite de 40 horas.

“Lo que sí sucederá será que las compañías que quieran ser competitivas a la hora de atraer trabajadores, y de mantenerlos, esta será una de las herramientas que pueden usar”, aventuró.