El 50% de los hogares de América Latina pertenece a la clase media

02 de febrero de 2015
Fuente: Publicado por ElHeraldo.co, Colombia
Barranquilla, 2 de febrero de 2015.- Un estudio del BID hace una caracterización de este sector de la población que durante los últimos años ha crecido en la Región y se ha convertido en motor del desarrollo económico.

Debido a las condiciones económicas favorables de América Latina en los últimos años (hasta 2012), la tasa de pobreza tuvo una reducción importante: pasó de 48% en 1990 a 29% en 2011; mientras que la pobreza extrema pasó de 23% a 11% en el mismo periodo, según la CEPAL. Pese a esto, el lunar sigue siendo la desigualdad, que permanece elevada: el coeficiente de Gini para la región se ubica en 0,48 (donde cero es la igualdad absoluta).

En este proceso de disminuir la pobreza ha resurgido el interés por la denominada clase media en la región, que cada vez cobra más importancia para la economía de estos países. La clase media estimula el crecimiento, promueve la estabilidad política y económica, y favorece programas sociales progresivos. Además, es propensa a los ahorros, inversiones y emprendimiento, y sus hábitos de consumo pueden ser un motor de crecimiento.

Pese a su papel preponderante en la economía, en América Latina la clase media sigue limitada en términos de acceso a educación de calidad, empleo formal y acceso a servicios. Según la Ocde, en la región solo el 25% de las empresas son fundadas por emprendedores de las clases baja y media, lo cual evidencia que la propiedad de los negocios se concentra en el grupo más rico.

Aunque no se cuenta con mediciones para determinar la fragilidad de la denominada clase media, según Sandra Rodríguez, directora del departamento de Economía de Uninorte, se podría considerar que la probabilidad de que un hogar de la clase media caiga a clases vulnerables, está atado a la calidad de las instituciones que soportan a toda la sociedad.

“La fragilidad de los mercados de trabajo, salud, seguridad y hasta la confianza entre los ciudadanos son factores clave al momento de considerar si un grupo social está en riesgo o no de vulnerabilidad”, agrega Rodríguez.

Clase media en América Latina

La clase media está conformada por personas que tienen ingresos entre 50 y 150% del ingreso mediano nacional. Bajo esta definición, en América Latina: 50% de los hogares pertenecen a la clase media, entre 16 y 23% a la clase baja y cerca de 30% a la clase alta.

Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en más del 60% de los hogares de clase media el jefe del hogar es hombre. Igualmente, los adultos entre 41 y 65 años tienen más probabilidades de ser jefes de un hogar de clase media, respecto a otros grupos de edad. Y, generalmente, los jefes de un hogar de clase media han completado educación secundaria, mostrando que la educación está altamente relacionada con la clase social por ingresos.

Alexander Villarraga, profesor del departamento de Economía de Uninorte, resalta que la educación es reconocida como uno de los principales factores de movilidad social, tanto intrageneracional como intergeneracional.

“En el primer caso, si una generación presenta bajos niveles educativos, sus posibilidades de avanzar en la pirámide social se ven amenazadas, pues los ingresos suelen presentar una alta correlación con los niveles de educación alcanzados. En el segundo caso, movilidad intergeneracional, al no haber igualdad de oportunidades en el acceso a los diferentes niveles de educación, los ingresos y niveles de vida de las nuevas generaciones estarán determinados en gran medida por los logros educativos e ingresos de los padres, generándose una baja movilidad social”, explica.

Los hogares de la clase media de Latinoamérica están conformados por familias nucleares (padres con hijos). Las parejas sin hijos o solteros sin hijos son más comunes en las clases altas; mientras que los padres solteros prevalecen en los hogares pobres.

Más del 40% de los jefes de hogar de clase media están empleados en el sector de servicios, 17% en comercio e industria; y en países andinos (Colombia incluida) cerca del 20% está empleado en agricultura.

Características en Colombia. A 2010, según el BID, en Colombia el 20% de los hogares son pobres, 46,1% son de clase media (de los cuales 15,4% son media baja), y 32,2% se ubica en la clase alta. Cabe resaltar que el ingreso mediano del país (US$365 PPA -Paridad de Poder Adquisitivo- por mes a dólares de 2005), es el más bajo de los países estudiados. Argentina tiene el más alto: US$996,9 PPA/mes).

Medir los ingresos en PPA permite realizar comparaciones internacionales, pues homogeniza la información, eliminando la ilusión que genera los cambios en la tasa de cambio.

De acuerdo con el BID, la clase media colombiana sufre de: falta de empleo formal, bajo logro educativo, alta tasa de analfabetismo en mayores de 15 años, rezago escolar y falta de seguro médico.

¿Quién es clase media?

El individuo ejemplar de la clase media latinoamericana tiene las siguientes características: un hombre jefe de hogar, entre 41 y 65 años, con título de bachiller, casado, con hijos, perteneciente al grupo étnico mayoritario, empleado en el sector servicios y residente en la capital del país. En consecuencia, un hogar dirigido por una mujer es más probable de ser pobre, entre 5 y 6% respecto a un hombre.

Haber completado estudios secundarios y terciarios, incrementa las probabilidades de ser solvente económicamente respecto a ser de clase media o pobre (8 y 11%, respectivamente). Ser parte de una pareja incrementa esta probabilidad entre 3 y 6%, así como vivir en la capital del país.

Para no caer en la pobreza

En el año 2000, la OMS reconoció que la estructura del sistema de salud de Colombia permite una alta equidad financiera, al reducir la probabilidad de que una persona de bajos o medios ingresos que enfrente un evento adverso de salud se empobrezca por cubrir los gastos de la atención. Una de las ventajas de los sistemas de aseguramiento.

Sandra Rodríguez explica que las limitaciones en el acceso a los servicios de salud impacta directamente la dotación de capital salud que posee la población.

“Las reducciones en este capital llega a afectar tanto la productividad en el trabajo, afectando así las aspiraciones salariales y profesionales, hasta la productividad por fuera del trabajo en lo relacionado con el disfrute de la vida y el logro de satisfacciones personales”.