El SELA hace un aporte a la UNCTAD XIII desde la visión latinoamericana y caribeña

20 de abril al 20 de mayo de 2012

Oficina de Prensa y Difusión del SELA

Caracas, 20 de abril de 2012.- El Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), a propósito de la XIII Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), a celebrarse del 21 al 26 de este mes en Doha, Qatar, elaboró el documento “ Elementos para una contribución de América Latina y el Caribe a la UNCTAD XIII (La globalización centrada en el desarrollo: Hacia un crecimiento y un desarrollo incluyentes y sostenibles)”, el cual refleja la visión de América Latina y el Caribe sobre su proceso de desarrollo, considerando los retos y las oportunidades que puede generar la globalización.

 

Este trabajo parte de la premisa de que la crisis internacional desatada en 2008 puso a prueba los fundamentos de la economía global, lo que ha obligado a repensar toda una serie de políticas en esta materia y analizar cómo impulsar una nueva política de desarrollo ante un entorno económico dominado por elevados niveles de incertidumbre.

 

Detalla que, aunque hoy parece existir una disyuntiva entre atender la crisis financiera o impulsar el crecimiento productivo, no hay duda de que el reequilibrio de la economía mundial y el desarrollo sólo serán posibles si se cuenta con una economía en crecimiento que pueda generar bienestar y empleos bien remunerados en actividades productivas.

 

Igualmente señala que el crecimiento requerirá la colaboración de Gobiernos, empresarios y sociedades a nivel doméstico e internacional, y solo así se podrá construir un verdadero pacto social global para promover desarrollo y bienestar.

 

La globalización tal como ha avanzado ha tenido efectos positivos pero también perjudiciales sobre amplios sectores de la sociedad. Cada vez hay mayor consenso de que es necesario idear un nuevo modelo de desarrollo, lo que implica crear una agenda constructiva donde la globalización ofrezca la capacidad de potencializar al individuo, no de perjudicarlo. El status quo no es opción.

 

El documento recalca que es urgente parar y definir un rumbo con un rostro humano que permita un desarrollo integral pues la brecha de la desigualdad económica, educativa, tecnológica y ambiental cada vez es mayor, tanto en países en desarrollo como en países avanzados, lo que resulta inaceptable.

 

Los paradigmas para promover el desarrollo han evolucionado desde la posguerra, cuando el desarrollo era igual a crecimiento económico. Los nuevos paradigmas de los años noventa y del inicio del Milenio se han enfocado no sólo en el funcionamiento del mercado sino también en la gobernabilidad y efectividad del Estado y sus instituciones así como en el desarrollo humano como elemento fundamental del desarrollo.

 

La Declaración del Milenio de las Naciones Unidas plantea como objetivo "conseguir que la mundialización se convierta en una fuerza positiva para todos los habitantes del mundo". Sin embargo, la dimensión financiera de la crisis global y su impacto sobre la actividad productiva, el empleo, y en última instancia el desarrollo, obliga a replantear cómo y con qué avanzamos hacia él.

 

Indica que si bien la crisis financiera desatada en 2008 ha tenido efectos sobre la economía real de América Latina y el Caribe, las lecciones aprendidas del pasado permitieron crear condiciones macroeconómicas estables y finanzas públicas sanas, pudiendo sortear la crisis sin grandes sobresaltos.

 

Sin embargo, introduce la premisa de que aunque los gobiernos de la región han hecho importantes avances y su recuperación ha sido rápida, sería un error caer en la complacencia del buen desempeño, pues los efectos de la crisis sobre el crecimiento económico y el empleo exhiben las vulnerabilidades de la misma ante los acontecimientos de la economía global.

 

La mayoría de las naciones de la región tienen ahora menos espacio fiscal y monetario que en 2008 y 2009 para aplicar políticas anticíclicas para enfrentar un grave deterioro de las condiciones mundiales, poniendo de relieve que es el momento de aprovechar la coyuntura para replantear seriamente el nuevo modelo de desarrollo del Siglo XXI.

 

Finalmente concluye que hoy más que nunca es fundamental tomar con seriedad el reto de repensar, de manera osada y con visión de futuro, un modelo de desarrollo que verdaderamente permita impulsar el bienestar del individuo.

 

Asimismo, subraya que la globalización exige que ese nuevo modelo de desarrollo considere que cualquier política nacional estará influida de una u otra forma por los eventos mundiales tal como lo ha demostrado la crisis financiera actual, pero sin olvidar que el desarrollo requiere de esfuerzos y proyectos que deben emanar del Estado a partir de las prioridades y necesidades de cada país.