Titulo Vivir del Norte
Perfil sociodemográfico de los hogares perceptores de remesas
en una región de alta emigración

Autor Dr. Alejandro I. Canales
Dpto. Estudios Regionales
Universidad de Guadalajara

 


Migración y remesas en México


A partir de los ochenta la migración mexicana a Estados Unidos asume magnitudes y modalidades que indican importantes cambios en su dinámica y composición. Según datos del Buró del Censo de los Estados Unidos, el volumen total de personas nacidas en México residentes en Estados Unidos pasó de poco menos de 2.2 millones en 1980 a casi 4.5 millones en 1990, y a 7.9 millones en el 2000. Esto indica un saldo neto anual de 226 mil en los ochenta y de 343 mil personas para los noventa.

Estos cambios en la magnitud de la migración inciden directamente en el flujo de remesas que los emigrantes envían periódicamente a sus comunidades de origen en México (Lozano, 1998). En efecto, tanto el total de las transferencias internacionales como las remesas familiares, muestran un sostenido crecimiento en las últimas dos décadas, representando en 1999 un nivel que es casi 8 veces superior al presentado a inicios de los ochenta. Asimismo, las remesas familiares representaron en promedio, casi el 80% del total de transferencias externas, proporción que se incrementa a más del 93% en los noventa (Canales, 2002a).

Ahora bien, en torno a la magnitud de las remesas, se ha configurado un intenso debate en medios políticos, académicos y de la propia sociedad civil. Al respecto, dos aspectos o dimensiones nos interesa destacar. Por un lado, el papel e impacto de las remesas tanto a nivel macroeconómico, como a nivel de los hogares y economías locales. Por otro lado, los determinantes estructurales, comunitarios, familiares e individuales del envío y percepción de remesas1.

i) En cuanto al impacto de las remesas, los primeros estudios se centraron en dimensionar la importancia de las remesas, comparándola con diversos indicadores macroeconómicos. Con ello se obtenía una primera aproximación sobre el peso relativo de las remesas. Posteriormente se han hecho estimaciones más precisas del impacto de las remesas en la economía nacional con base en modelos macroeconómicos de contabilidad social. El objetivo de estos modelos es estimar los efectos multiplicadores de cada dólar que ingresa por concepto de remesas en la economía nacional.

Sin embargo, la debilidad de estos modelos estriba en la calidad de la información que se requiere para el diseño de la matriz de contabilidad social. Suele suceder, que o bien no se dispone de la información necesaria, o ésta es muy fragmentada. Ante ello, suelen aplicarse encuestas específicas a niveles locales y regionales, que permiten medir directamente los distintos indicadores y coeficientes que exigen los modelos econométricos de contabilidad social. Al respecto, un trabajo pionero fue el de Adelman y Taylor (1990), quienes estimaron que el efecto multiplicador de las remesas en las economías locales y regionales, era de 2.9 Esto es, que por cada dólar que ingresa a la economía regional, su producto interno bruto se incrementa en 2.9 dólares.

Junto a estas matrices de contabilidad social, se han aplicado modelos probabilísticos para estimar el impacto de las remesas en la distribución del ingreso. En concreto, se trata de modelos econométricos que permiten estimar en cuanto se modifican los índices de pobreza y desigualdad en la distribución del ingreso por efecto del flujo de remesas (Taylor, 1992). En el caso particular de México, los resultados no son concluyentes, en términos de que si bien el flujo de remesas es de gran magnitud, en realidad representa menos del 3% del ingreso monetario de los hogares, lo cual reduce substancialmente cualquier impacto sobre la distribución del ingreso. A nivel regional y local, sin embargo, el papel de las remesas sí parece significativo, y en general, puede afirmarse que las remesas contribuyen a reducir las desigualdades económicas. En concreto, para el caso del Occidente de México, Canales (2002b) encuentra que el flujo de remesas contribuye a mejorar la distribución del ingreso entre un 5% y 15%, dependiendo del indicador usado para medir la desigualdad económica.

Por otro lado, considerando tanto la magnitud de las remesas como sus posibles efectos multiplicadores, ha surgido una línea de debate en torno al papel de las remesas como fuente potenciadora del desarrollo económico a nivel local y regional. Desde esta perspectiva, las remesas son conceptuadas como una forma de ahorro migrante, el cual podría orientarse al financiamiento de proyectos de inversión productiva, así como a la formación y consolidación de negocios y establecimientos económicos de los migrantes.

Así por ejemplo, Durand y Arias (1997) en un estudio sobre San Francisco del Rincón, Guanajuato, documentan la conformación de talleres zapateros apoyados por los migradólares. De acuerdo a estos y otros autores, este ejemplo junto a otros innumerables casos, es ilustrativo de que la migración internacional no representa un drenaje de recursos de la economía mexicana, sino que por el contrario, puede incluso configurar una importante fuente de capital productivo y una fuerza dinámica en la promoción de la actividad empresarial, la formación de negocios y el crecimiento económico, al menos en ámbitos locales y regionales (Massey y Parrado, 1994; Durand, 1988).

Desde una perspectiva diferente, en cambio, otros autores señalan que este optimismo estaría mal fundado, en términos de que encierra no pocas confusiones conceptuales, así como la carencia de información precisa, adecuada y veraz sobre la complejidad del fenómeno migratorio y de las remesas en particular. En efecto, si consideramos que la migración de mexicanos a Estados Unidos es un fenómeno eminentemente laboral, entonces, no cabe duda que los ingresos obtenidos por los migrantes representan un fondo salarial, que como cualquier otro, tiende a usarse preferentemente para la reproducción cotidiana y generacional de su familia y comunidad (Canales, 2001). La diferencia estriba en que en el caso de los migrantes, el salario es canalizado hacia sus familias bajo la forma de "transferencias internacionales", que de acuerdo a la nomenclatura de la economía, asumen la forma de un "ahorro externo", pero que en realidad distan mucho de ser realmente un tipo de "ahorro" propiamente tal, no teniendo ni los usos ni las propiedades que tradicionalmente se han asociado con el ahorro.

ii) Un eje alternativo para el estudio y comprensión de las remesas, se refiere al análisis de sus determinantes. En este sentido, podemos distinguir dos tipos de aproximaciones. Por un lado, un análisis de los determinantes macroeconómicos de las remesas, y por otro lado, los determinantes familiares, culturales e individuales del envío de remesas.

A nivel macroeconómico, los estudios se han centrado en evaluar el volumen de las remesas en función del comportamiento de diversas variables e indicadores macroeconómicos. Para ello, se apela a análisis de series de tiempo y modelos econométricos longitudinales, que permiten estimar la sensibilidad (elasticidad) de las remesas ante las variaciones de cada variable macroeconómica. Estos estudios no parecen ser concluyentes, en la medida que la forma en que algunas variables macroeconómicas inciden en la motivación de remitir remesas, depende en gran medida de la situación de la economía tanto en el país de origen como en el de destino (Russell, 1986, Taylor, 1999).

No obstante, gran parte de los estudios coinciden en algunas relaciones macroeconómicas básicas. Así, por ejemplo, Lianos (1997) estima que el nivel de ingresos per cápita en el país de destino, el tipo de cambio y posibles devaluaciones de la moneda nacional en el país de origen, así como la permanencia en el lugar de destino, actúan como variables que mejor explican las variaciones en el flujo de las remesas. Por el contrario, la inflación, la tasa de interés, así como el nivel de ingreso en el país de origen, no parecen ser factores con un peso determinante del flujo de remesas.

A nivel microsocial, el objetivo es determinar bajo qué condiciones sociales, familiares e individuales se configura el acto de remitir, así como la cantidad de dinero que se remite a la familia y/o comunidad de origen. De acuerdo a este enfoque, las remesas están de una u otra forma, conectadas con todas las circunstancias que configuran la vida del migrante. En estos estudios se parte del supuesto que la principal motivación para el envío de remesas está determinada por las formas sociales y culturales que asume la lealtad y compromiso con la familia de origen. En particular, destaca el papel central que asumen las obligaciones familiares y la presencia o ausencia de familiares directos (hijos, principalmente) en los lugares de origen y de destino (López, 2001).

Sin embargo, el momento, formas y montos del envío de remesas, dependerá de circunstancias específicas que incluyen factores no sólo familiares, sino también individuales y contextuales. Así por ejemplo, Massey y Bassem (1992) señalan que la decisión de remitir está directamente determinada no sólo por el ciclo de vida familiar, sino también por las características de la comunidad de origen. En particular, sostienen que la propensión a remitir tiende a disminuir en aquellas comunidades con mayores recursos y condiciones económicas más favorables.

Asimismo, el envío de remesas parece también estar asociado a la modalidad migratoria, y en particular, al carácter de los vínculos que establece el migrante con su comunidad de origen. Al respecto, López (2001) señala dos hallazgos interesantes. Por un lado, destaca que la propensión a enviar remesas, así como el monto enviado, tiende a ser mayor entre los migrantes temporales y circulares, y menor entre los migrantes que han adoptado una residencia estable y permanente en Estados Unidos.

Por otro lado, este autor señala que los determinantes del envío de remesas en cada caso, son incluso opuestos. Así, por ejemplo, en el caso de los migrantes temporales, resulta significativo para el envío de remesas la posición del migrante en la estructura familiar. En concreto, la presión familiar para el envío remesas parece que sólo es estadísticamente significativa para quienes son jefes de hogar, lo cual refleja que el envío de remesas está asociado con las responsabilidades directas del migrante para con su familia y hogar de origen. Por el contrario, entre los migrantes permanentes, la posición en la estructura familiar no es estadísticamente significativa para determinar el envío o no de remesas. Ello porque en este caso, es más probable que el núcleo familiar del migrante resida también en Estados Unidos, lo cual implica un debilitamiento substancial de los vínculos y responsabilidades del migrante para con su comunidad de origen.

A similares conclusiones arriban Menjivar et al (1998), quienes señalan que cuando el migrante planea una estancia más prolongada e incluso de permanencia definitiva en el lugar de destino, tiende a disminuir significativamente la propensión a enviar remesas. En este caso, los recursos económicos, sociales, y familiares, se orientan más a asegurar una estancia estable y duradera, que pueda incluir a los miembros de su familia. Por el contrario, cuando los migrantes planean retornar, es más probable el envío de remesas con el objetivo de asegurar una posición mejorada en la localidad de origen.

Asimismo, el análisis de Lozano (1997) confirma estos hallazgos, al concluir que serían los migrantes masculinos de reciente llegada a Estados Unidos, con propiedades en México y con familiares cercanos en México (padres, esposa y/o hijos, fundamentalmente) quienes son más propensos a enviar mayores cantidades de dinero. Por el contrario, aquellos migrantes mexicanos que fueron amnistiados por IRCA, y optaron por una residencia definitiva en Estados Unidos, disminuyeron el monto promedio de sus envíos de remesas, aún cuando sus niveles de ingresos reales y otras condiciones económicas no se habían modificado.

Ahora bien, un enfoque complementario a estos estudios sobre los determinantes del envío de remesas, es el que presentamos en este trabajo, y que se centra en el análisis de las características de los hogares perceptores de remesas en las comunidades de origen. Como hemos señalado, las remesas forman parte del sistema migratorio que articula comunidades en términos transterritoriales. En una comunidad de alta migración, casi todos los hogares están vinculados al proceso social de la migración, a través de redes familiares, comunitarias, de amistad, etc. Sin embargo, en no todos los hogares hay en todo momento migrantes activos ni todos los hogares son en todo momento perceptores de remesas. Por el contrario, los tiempos y espacios de la migración, así como los de la percepción de remesas, están en función de los tiempos y espacios que surgen de los distintos arreglos familiares en cada etapa del ciclo de vida de la unidad doméstica, así como de las trayectorias migratorias particulares prevalecientes en cada hogar.

Desde este enfoque, el análisis de las condiciones de los hogares perceptores de remesas ha de considerar una visión dinámica del fenómeno. Sin duda, los arreglos familiares que se adoptan en torno al proceso social de la migración, plantean demandas específicas respecto al flujo de remesas necesarios para el sostenimiento de dicho arreglo familiar. Sin embargo, estos arreglos no son estáticos, sino que evolucionan con base en la dinámica del ciclo de vida familiar y la dinámica de las trayectorias migratorias individuales y familiares. Asimismo, las remesas tampoco son estáticas, sino que contribuyen a modificar las condiciones de reproducción y evolución del hogar, incidiendo en la dinámica de su ciclo familiar y trayectorias migratorias.

Se trata en definitiva, de un efecto de determinación recíproca y dinámica. Por un lado, las condiciones y necesidades de percepción de remesas son variables en cada etapa del ciclo familiar, dependiendo tanto de los arreglos domésticos como de las trayectorias migratorias individuales y familiares adoptadas en cada unidad familiar. Pero por otro lado, si en un momento las remesas aparecen como determinadas por estos arreglos familiares, en otros momentos son las propias remesas las que contribuyen a transformar dichas condiciones, al modificar la base económica de la reproducción de los hogares.

Ahora bien, considerando las limitaciones propias del análisis transversal para dar cuenta de relaciones dinámicas y diacrónicas, en este trabajo nos centraremos en el análisis de las diferencias entre los hogares perceptores y no perceptores de remesas, en el caso de una comunidad de alta migración en Los Altos de Jalisco2. El objetivo es poder dimensionar y evaluar el significado estadístico de cada componente de esta estructura de diferenciación entre los hogares perceptores y no perceptores de remesas. Para ello, primero presentamos una descripción del papel de las remesas en la comunidad de origen, para posteriormente analizar el perfil sociodemográfico de los hogares perceptores, con base en la aplicación de un modelo de regresión logística.


1 Un tercer aspecto, se refiere a la medición y cuantificación de las remesas, el cual sin embargo, por motivos de espacio y pertinencia, dejamos de lado. Para más detalles, puede consultarse Lozano, 1993.

2  Más adelante señalamos algunas limitaciones metodológicas que es necesario tomar en cuenta en el análisis de los resultados del modelo estadístico multivariado usado en este caso concreto.