Titulo | Vivir del
Norte Perfil sociodemográfico de los hogares perceptores de remesas en una región de alta emigración |
Autor | Dr. Alejandro I.
Canales Dpto. Estudios Regionales Universidad de Guadalajara |
Características del Jefe de
Hogar
En cuanto al perfil sociodemográfico del jefe de
hogar, se observan ciertos patrones de diferenciación entre los hogares
perceptores de remesas y los no perceptores en al menos tres de las cinco
variables incluidas en el modelo. En primer lugar, destaca el nivel de
escolaridad del jefe de hogar, el cual contribuye de manera significativa
a la diferenciación de los hogares perceptores y no perceptores de
remesas. En particular, en los hogares donde el jefe tiene bajos niveles
de escolaridad (primaria incompleta o menos) la proporción de hogares
perceptores de remesas resulta significativamente mayor que la que
prevalece en los demás hogares.
En otras palabras, tal pareciera
que la culminación de los estudios de primaria por parte del jefe del
hogar, constituye un punto crítico que permite diferenciar los hogares en
términos de su condición de percepción de remesas. Este dato resulta
relevante, pues indica que en los hogares con menor capital humano es
mayor la prevalencia de las remesas, lo cual puede deberse a que en estos
hogares, la necesidad de recursos externo sea mayor debido a la menor
capacidad de generar recursos internos propios.
Ahora bien al
considerar el Sexo y la Edad del jefe del hogar se observa una situación
peculiar, en términos de que el modelo logístico arroja resultados que
operarían en sentido opuesto al esperado a partir de los datos directos.
En primer lugar, con relación a la condición de género del jefe de hogar,
se tiene que mientras en los hogares con jefatura masculina hay menos de
88 hogares perceptores por cada 100 no perceptores de remesas, en los
hogares con jefatura femenina, la relación es de casi 115 hogares
perceptores por cada 100 no perceptores. Esto indicaría una mayor
prevalencia de las remesas en los hogares jefaturados por una
mujer.
Sin embargo, el modelo logístico indica la relación inversa.
En concreto, indica con casi un 94% de confianza que es en los hogares con
jefatura masculina donde la propensión a percibir remesas resulta mayor.
Esta situación peculiar puede explicarse en términos de las condiciones
contextuales y familiares en que se da la jefatura femenina. En efecto, un
análisis desagregado de la información nos indica que en general, los
hogares jefaturados por mujeres son hogares de tipo compuesto y/o
unipersonales (28% y 25%, respectivamente), con redes migratorias directas
(62%), con bajas tasas de actividad económica (40%), y en donde el jefe
del hogar tiene una muy baja escolaridad (75%).
En este sentido,
podemos inferir que la condición de jefatura femenina está fuertemente
asociada con aquellas características del hogar que mejor explican la
percepción de remesas. En este contexto, es entendible entonces, que la
asociación de la jefatura femenina con la condición de percepción de
remesas, tienda a diluirse al considerar simultáneamente estos otros
aspectos del hogar. En otras palabras, tal pareciera que la condición de
jefatura femenina no actúa en forma aislada, sino en un contexto familiar
y doméstico específico, en donde adquieren gran importancia estas otras
características del hogar, las que revierten el posible efecto principal
del sexo del jefe del hogar sobre la percepción de remesas.
De esta
forma, en los hogares jefaturados por mujeres el mayor índice de
percepción se debería más al tipo de arreglo familiar y doméstico (tipo de
hogar, escolaridad del jefe, tasas de participación económica, redes
migratorias, entre otros aspectos), que a la mera presencia de una mujer
en la jefatura del hogar. O lo que es lo mismo, la condición de jefatura
femenina no se da en forma pura o aislada, sino que articulada (mediada)
por estas condiciones contextuales del hogar. De tal forma, que al
controlar estas variantes en cuanto a los distintos arreglos domésticos,
el efecto directo de la condición de jefatura femenina prácticamente se
revierte. Lo relevante en este caso, es que el efecto no se diluye, sino
que se invierte su sentido, en términos de que, considerando constantes
las demás variables (en general, el contexto del hogar), la propensión a
percibir remesas parece ser mayor en los hogares jefaturados por un
hombre.
En segundo lugar, una situación igualmente peculiar se da
al considerar la edad el jefe del hogar y su relación con la percepción de
remesas. En este caso, el análisis agregado nos indica que la proporción
de hogares perceptores de remesas aumenta con la edad del jefe del hogar.
En efecto, los datos agregados señalan que mientras el 43% de los hogares
jefaturados por jóvenes o adultos menores de 65 años son perceptores de
remesas, en el caso de los hogares con jefes de 65 años o más, esta
proporción que se eleva a casi el 63%. No obstante, el modelo logístico
nos indica una relación algo diferente. Los hogares con jefes jóvenes
(menores de 45 años) o con jefes de la tercera edad (de 65 o más años)
tienen una mayor propensión a percibir remesas, respecto a los hogares con
jefes en edad adulta (45 a 64 años).
Ahora bien, esta peculiar
situación adquiere sentido si consideramos la edad del jefe del hogar como
una variable proxy de la etapa del ciclo de vida familiar. En este caso,
podemos interpretar este resultado en términos de que las remesas
tenderían a ser realmente importantes para los hogares sólo en dos etapas
de su ciclo vital: cuando está formándose el núcleo familiar, y en sus
etapas finales. Este es un hallazgo relevante pues confirmaría una de
nuestras principales hipótesis, en términos de que los tiempos del envío y
percepción de las remesas estarían en función de los distintos tiempos del
ciclo familiar de cada hogar.
En el caso de los hogares con jefes
jóvenes, se trataría de hogares nucleares en formación jefaturados por un
hombre (97%), con una fuerte presencia de niños menores (87%), con bajos
niveles de acumulación y riqueza, pero también con la disponibilidad del
jefe de hogar para migrar y de ese modo aportar los recursos económicos
para la manutención de su hogar.
Asimismo, en el caso de hogares
con jefes de la tercera edad, se trataría de hogares en su etapa final, en
los que cada hijo ya ha salido del núcleo paterno para formar su propio
hogar. En el caso de comunidades con alta tradición migratoria, no es raro
encontrar que alguno o más de los hijos hayan emigrado a Estados Unidos,
responsabilizándose de la manutención de sus padres a través del envío
periódico de dinero y otros recursos económicos. En efecto, casi el 60% de
los hogares jefaturados por una persona de la tercera edad tienen al menos
un hijo u otro miembro que ha emigrado a Estados Unidos, lugar donde ha
establecido su residencia habitual. Asimismo, se trata de hogares formados
por tres miembros o menos (67%), con base en arreglos residenciales no
nucleares, ya sea porque son hogares unipersonales (25%) o porque son
hogares compuestos en donde el jefe de hogar reside junto con el núcleo
familiar de uno de sus hijos o hijas (24%).